Ptolomeo,
Almagesto.
Carta del cielo Austral, Siglo XVI. Paris |
Claudio Ptolomeo fue un astrónomo que vivió en Egipto en el siglo II después de Cristo. Su principal obra, el Almagesto o Gran Tratado, fue uno de los primeros catálogo de estrellas y constelaciones conocidas en aquel tiempo. Su obsevatorio estaba en Alejandría.
Siglos más tarde, varios astrónomos siguieron su ejemplo y comenzaron a agrupar y catalogar las estrellas para estudiarlas mejor.
Así se fue creando una convención sobre la ubicación y los nombres de las estrellas, que facilitó su seguimiento, como nos cuenta la astrónoma del Planetario de San José, Carolina Salas.
“Para poder estudiar el cielo se tiene que dividir por regiones, porque así es más sencillo poder clasificar las estrellas dentro de cierto grupo, poder hacer observaciones dentro de cierto grupo. Es muy diferente que usted diga 'bueno, en la constelación de Sagitario, por ejemplo, tal estrella o tal otra', a no decir 'la estrella que está por allá', verdad. Es como más ubicación que otra cosa.
Y los astrónomos dividen el cielo en lo que se llama una esfera celeste que es las estrellas que nosotros podemos ver desde aquí, como si estuvieran pegadas en una esfera. Y esa esfera la dividieron en 88 regiones.”
Estas regiones son las que conocemos como constelaciones. Son grupos de estrellas asociados a figuras, cuya interpretación ha variado en la historia. Pueden ser animales, personajes míticos, instrumentos musicales o de navegación, y hasta vehículos.
Existen constelaciones pequeñas y difíciles de ver. Entre las zodiacales, Aries es una de las más tenues y pequeñas. En cambio, hay otras como Scorpius, el escorpión, que es un extenso patrón de estrellas en el que diferentes culturas vieron el mismo animal.
Su largo aguijón bifurcado está metido en la región “lechosa” del cielo, hacia el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Su estrella más brillante se llama Antares, es una gigante roja y compite en coloración con el planeta Marte.
Las estrellas de una constelación no están en un plano, como se les imagina sobre la bóveda celeste. Algunas podrían incluso estar bastante alejadas entre sí, como explica Carolina Salas.
“En realidad es simplemente una posición en el cielo, verdad, que nosotros tomamos esa región para poderla estudiar. Pero no necesariamente están ligadas gravitacionalmente. De hecho, algunas pueden tener miles de años luz de distancia unas de otras, entonces eso es muy relativo. Es lo que nosotros vemos desde aquí. Están cerca, pero no necesariamente están cerca (entre sí), en realidad.”
Las constelaciones que se ven en un punto geográfico en la Tierra no necesariamente se ven desde otra latitud. En el hemisferio norte, la Osa Menor gira con su hermana la Osa Mayor alrededor de Polaris, la estrella del norte, y es más fácil de observar en latitudes superiores.
Conforme viajamos del polo norte hacia el ecuador, encontramos a la Osa Menor más baja en el cielo y fácilmente la tapa una montaña.
En cambio, la Cruz del Sur, que aparece en las banderas de Brasil y Australia, es visible alta en los cielos del hemisferio sur. Sin embargo, desde la banda tropical de la Tierra, apenas se aprecia, muy baja en el sur, cerca del horizonte.
Entre las constelaciones más famosas se encuentran las del zodiaco, la franja por donce pasa el sol. En total son trece constelaciones, aunque la tradición solo cuenta doce, dejando por fuera al Ofiuco, el señor de las serpientes.
Las constelaciones pueden guiarnos a observar secciones de la bóveda celeste. Con esta ayuda, podemos observar lluvias de meteros, encontrar estrellas de colores o cambiantes, ver cúmulos de estrellas o nebulosas y mucho más. Todo está en conocer el mapa celeste para saber dónde buscar.
Guión: Alejandro Portilla y Alejandra León Castellá
Grabación: Stefany Díaz
Locución: Mariana Rivera.
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Historia de la Astronomía: Claudio Ptolomeo
Constelaciones Zodiacales, CIENTEC
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