Escuche: Percepción del color
Tal vez hayás escuchado que los perros distinguen pocos colores, o que los toros no ven el rojo del capote. De hecho, algunos animales ven el mundo muy diferente a nosotros, ya que existen diferencias en la percepción del color.
Tal vez hayás escuchado que los perros distinguen pocos colores, o que los toros no ven el rojo del capote. De hecho, algunos animales ven el mundo muy diferente a nosotros, ya que existen diferencias en la percepción del color.
El color es un
producto de la luz que reflejan los objetos. Para que podamos ver los colores,
esa luz debe pasar antes por varios órganos de nuestro cuerpo.
El ojo capta la
luz proveniente del exterior y ésta llega a una parte del ojo llamada retina.
Allí hay millones de células que se encargan de captar los colores. El
oftalmólogo Diego Mena explica cómo funcionan esas células.
El proceso de percepción del color es un proceso bioquímico. Existen unas células especializadas dentro del ojo que se llaman los conos. Hay otras que se llaman los bastones. Los conos son unas células muy pequeñitas que tienen en la superficie la capacidad de detectar la luz y el color. Existen tres tipos de conos: los que ven el rojo, los verdes y el azul. Cada uno de esos tiene una sustancia, una molécula específica que es excitada de acuerdo a la percepción que tenga la persona.
La luz tiene diferentes longitudes de onda, cada una de las longitudes de onda corresponde a un color específico. La molécula se excita o no se excita de acuerdo a la longitud de onda que llega a la superficie de la misma.
Los seres humanos
y otros primates tienen tres tipos de conos, que actuando juntos producen toda
la gama de colores que vemos. El resto de los mamíferos solo tienen dos, por lo
que son incapaces de ver algunos colores. Las aves y los reptiles, en cambio,
pueden ver colores que nosotros no vemos.
Además, en la
retina hay otro tipo de células denominadas bastones. Estas células son las
responsables de distinguir el brillo y el tono de los objetos, y permiten ver
de noche. Los animales nocturnos no necesitan ver a color, por eso solo tienen
bastones y se dice que ven “en blanco y negro”.
Los conos y los
bastones envían la información al cerebro a través del nervio óptico.
En la parte
trasera del cerebro hay una región llamada corteza visual. Allí se compara la
información obtenida con la que se almacena en la memoria, permitiéndonos
reconocer el color.
En cualquier
parte de este proceso puede haber diferencias entre una persona y otra. Por eso,
los colores que ve cada persona pueden ser un poco distintos.
Los oftalmólogos
realizan algunas pruebas para saber qué colores puede distinguir un paciente.
El doctor Diego Mena explica una de esas pruebas:
Existen unas tablas que digamos lo que traen son un conjunto de azules, desde el azul intensísimo hasta un celeste clarísimo; del rojo intensísimo hasta el rojo prácticamente rosado; y así con el amarillo. Entonces uno lo que hace es que desordena los colores y le pide a la gente que los ordene de acuerdo a la intensidad. Y ahí es donde uno se lleva muchas sorpresas, porque se da cuenta de que no todo el mundo ve los colores exactamente igual, probablemente un artista tenga una percepción y una sensibilidad al color probablemente mayor que un individuo normal.
Otras personas,
en cambio, no son capaces de distinguir algunos colores. A esta condición se le
conoce como daltonismo.
El mundo que
conocemos es solo producto de nuestra percepción. Y como ves, el color es parte
de esa manera en que cada persona o animal distingue el mundo, a veces de forma
levemente distinta.
Guión: Alejandro Portilla y Alejandra León Castellá
Locución: Mariana Rivera
ENLACES RECOMENDADOS
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